
Recuerdo que de niño, un profesor de mi escuela nos contó una historia de dos buenos amigos, que eran inseparables. Desde niños habían estado juntos, no concebían sus vidas de forma separadas.
No había diferencia alguna entre ellos, más que el color de sus pieles y sus creencias religiosas.
Santiago y Mohab, así se llamaban. Los dos eran andaluces, de Cádiz capital, Santiago era hijo de padres cordobeses pero por el trabajo de su padre se vinieron a vivir a Cádiz mucho antes de que naciera él; y lo mismo le ocurría a Mohab hijo de gaditana y padre marroquí.
Los dos gaditanos de nacimiento, eran vecinos y siempre habían estado unidos, era tanta la coincidencia entre ellos que incluso algún que otro año celebraron sus cumpleaños juntos, pues tenían los mismos amigos y la diferencia entre ellos era de tres días.
Santiago, era católico y Mohab, musulmán, esa era la única gran diferencia entre ellos.
Nos contó nuestro profesor, que una noche de verano los niños que ya eran adolescentes, regresaron algo más tarde de lo común de la playa porque hacía una noche muy calurosa y cuando ya venían de recogida los asaltaron y a punta de navaja les quitaron lo poco que llevaban.
Cuando pudieron regresar a casa, iban algo asustados por lo que les había ocurrido y Mohab sintió frío, así que Santiago le dejó la sudadera que llevaba anudada en la cintura. Entonces comenzaron a hablar de la vida, de lo que les podría haber pasado y de que ellos serían incapaces de matar a nadie. Pero Mohab le dijo a Santiago:
-Santi, eres mi mejor amigo, siempre hemos estado juntos en todo y sabes que te defendería a muerte, pero solo si hubiera una guerra Santa, sería capaz de matarte.
Santiago río, esperando que todo fuera una broma, pero Mohab le dijo:
-Santi, amigo, te lo digo totalmente en serio, si hubiera una guerra Santa, serías al primero que mataría, porque te quiero mucho, y sería para mi un gran honor hacer que entraras en mi cielo, tú por víctima y yo por santo.
Santiago volvió a casa entristecido, porque no daba crédito a lo que le había dicho su mejor amigo, y pasó toda la noche dándole vueltas a la conversación que había mantenido con su amigo Mohab.
Al día siguiente, Santiago no quiso ver a Mohab, y así estuvo todo el mes que quedaba de verano.
Pero llegó septiembre y de nuevo, empezó el colegio y Santiago un día charlando en clase con uno de sus maestros, le contó lo que le había ocurrido con su mejor amigo. El maestro, que era hermano de la Salle, le dijo:
- Santi, sin duda alguna tu amigo te quiere mucho, porque para él lo más importante es que te salves. Nosotros los cristianos en cambio tenemos otra ley, que es el Mandamiento del Amor y en ese caso, somos nosotros los que tenemos que morir para que otros se salven. Mira a Jesús, es el mejor ejemplo que podemos tener de entregarse hasta la muerte.
Santiago llegó a casa y recapacitó sobre lo que le había dicho el hermano Sebastián y por la tarde, después de merendar y haberle dado muchas vueltas al tema, fue como siempre había hecho a casa de Mohab, dispuesto a darle una explicación por su actitud.
Santiago, después de pensárselo mucho, llamó a la puerta y Mohab al verlo guiñó un ojo y le dijo:
-Tío que pasa, entra en casa, que ayer te fuiste tan rápido que no me dio tiempo a devolverte la sudadera que me prestaste...
Nuestro maestro nunca nos dijo si Santiago y Mohab tuvieron alguna conversación para explicarse el uno al otro lo que había ocurrido (supongo que si la tendrían), pero lo que si nos dijo es que aquellos niños eran compañeros suyos de clase y que por eso sabía esta historia y que aun hoy de mayores, ya casados y con hijos, seguían siendo grandes amigos porque el los había visto.
A veces hay diferencias que a priori son capaces de romperlo todo porque no entran en nuestra razón.
Somos diferentes, distintos, es cierto pero eso es lo mejor de todo. Dios nos hizo diferentes pero a todos nos creó de la misma forma, con Amor.
No hay nada imposible de solucionar, todo tiene remedio.
Pensando hoy en esta historia, imagino lo mal que se sentiría Santiago cuando Mohab le dijo que si hubiese una guerra Santa lo mataría, pero a los hechos me remito esta historia nos la contó hace muchos años un maestro del colegio y aun hoy no ha habido ninguna guerra de éstas. ¿Porqué entonces vamos a pensar en algo que posiblemente no vaya a pasar?
A todos los que son diferentes.
La política y la religión siempre fueron las principales ideas para generar guerras y eso no va a cambiar
ResponderEliminarLLevas razón Juan pero tambien es cierto que han habido grandes luchadores por la paz que eran lideres religiosos y politicos, mira Juan Pablo II, Ghandi, Madre Teresa de Calcuta... y podría seguir nombrando, ellos amaban a Dios pero tambien a las personas sin importarles su raza, religion o color de piel.
ResponderEliminarJhon Paul Two I love you !!!!
ResponderEliminarjajaja que gran hombre nunca lo olvidaré
yo tengo un amigo mulsumán y me dijo que si hubiera una guerra se vendria conmigo de marcha
ResponderEliminarMuchas veces tenemos miedo a la reacción de otros porque pensamos que actuarían como lo haríamos nosotros, que verdad más cierta.
ResponderEliminar