lunes, 29 de noviembre de 2010

NOVIEMBRE... (29 de Noviembre de 2010)

No podía dejar pasar este mes sin contaros aquello que alguna que otra vez os he mencionado.
Noviembre, para algunos un mes importante por aquello de los Santos y Fieles Difuntos (aunque no todos son fieles), pero yo no vengo a hablar de vivos, de aquello que podemos hacer gracias al hecho de vivir, porque de lo que podremos hacer una vez muertos ya se encargan otros...
Vivía entonces en Sevilla, ciudad que adoro y cuando os digo esto, es porque es así (todo el que me conoce lo sabe, algún día os dejaré un poema con el que quedé entre los cinco finalistas del Certamen Nacional de Poesía Juan Ortíz del Barco).
Tras unas semanas sin venir a San Fernando por motivos de trabajo, llegué con unas ganas enormes de aprovechar el tiempo al máximo y no descansar (la verdad que fue así pero no de la forma que esperaba).
Nada más llegar pensé en irme a la playa; era verano y aunque la gente siempre habla del calor inaguantable de Sevilla, a mi se me hizo un mundo el bajarme del tren y empezar a sudar (ya me había acostumbrado al calor seco de la capital y no a la humedad de aquí).
Tras desayunar en casa, con mi hermana y mi sobrino; me fui con un amigo a Santa María del Mar, que es una playa que nos encanta porque tiene la particularidad de que en la arena hace un calor insoportable y el agua esta helada, por lo que nos llevamos todo el día de la toalla al agua y viceversa (lo cual nos encanta porque así nos ponemos más morenos).
Tras tomarnos el café de costumbre, regresamos a casa para ducharnos y salir. Fue un fin de semana largo (comenzó en jueves), y fue muy bien todo, así que el domingo para descansar, decidimos ver una película que según él me encantaría, pues son de esas hechas a conciencia para llegar a lo más profundo del espectador y no hablo de "pastelones" sino de cine y español y del que a mi realmente me gusta (reconozco que fue todo un acierto).
No quisiera contar nada de "NOVIEMBRE", que es como se titula, sólo deciros que me impulsó a hacer algo que siempre había soñado y que quizás por miedo al ridículo nunca me atreví a hacer ( bueno lo había hecho, pero nunca solo; a excepción de aquellas dos veces que me atreví a cantar una saeta por una apuesta, cuyo premio era un cartón de tabaco y una botella de whisky, la otra vez mejor no decirlo...).
Hacer "Arte por amor al Arte" ...
Recuerdo que cogí el tren camino de Sevilla y la melancolía empezó a apoderarse de mi al instante de sentarme (supongo que muchos habréis sentido ese sentimiento) pero nada más llegar a Puerto de Santa María, este sentimiento se fue solapando gracias a la llegada de Marta.
Se sentó a mi izquierda, dos asientos por delante, y comenzó a llorar sin consuelo (no puedo olvidar conque disimulo se secaba las lágrimas y como contenía la respiración para aguantar el llanto). Le ofrecí un pañuelo y sin mirarme a la cara lo cogió, pero pasada la estación de Jerez de la Frontera, se volvió y sonriendo me dijo: -gracias. Yo le respondí con una sonrisa y poco después comenzó de nuevo a llorar y a mirar por la ventana. Entonces volví a ofrecerle un clinex y le pregunté si podía ayudarle en algo; ella me dijo que era muy amable pero que no podía hacer nada... ( Creo que no fue así pues minutos más tarde se encontraba contándome todo su drama y pienso que indudablemente lo que necesitaba era desahogarse y sentirse escuchada)...
Hacía un día espléndido de mes de Septiembre, soleado y sin el calor sofocante del que hacen alarde los sevillanos. Llegué a casa, deshice la maleta y me tumbé en la cama y empezaron a venirme flashes, imágenes e ideas a la mente de lo vivido en el fin de semana, la película y aquella conversación con Marta que tanto tenían que ver.
Me levanté de la cama, tomé mi guitarra y me fui al centro...
Como de costumbre visite a Sor Ángela y tomé café en la plaza de la Asunción. Mientras tanto algo me animaba a hacer lo que estaba pensando y de igual modo mi parte más racional me decía que haría el ridículo. Me dirigí a calle Sierpes, y encontré a tres chavales cantando canciones de unos paisanos nuestros. La gente pasaba y los miraba y unas chicas los escuchaban ( parecían estar más pendiente de su pelo y de lo guapas que estaban, pues no paraban de mirarse en un escaparate, que de lo que aquellos cantaban). Los chicos pedían dinero, pues tenían la funda de la guitarra abierta y algunas monedas dentro de ella. Fue tras la cuarta canción que escuché cuando se levantaron y desmontaron su "tinglao" y se fueron con las chicas que estaban allí escuchándolos (se notaba a leguas que eran amigos).
"Es tu momento" - pensé. Y así fue...
Un poco avergonzado durante la primera canción y cerrando demasiado los ojos en mi opinión; pero ya en la segunda canción no tuve vergüenza para mirar a los ojos y sonreír a cuantos pasaban; hasta que al final de la misma, se me acercó una señora y me dejó a los pies una moneda. Al verlo, me quedé asombrado (yo no tenía intención de pedir dinero, además no tenía la funda abierta ni ningún otro recipiente para que me dejaran monedas) y le dije que no quería dinero, que lo hacía por gusto y por amor al arte. Ella, refunfuñando se alejó y me dijo: - ¡desagradecido! La gente nos miró y yo sonreí.
Comencé mi tercera canción (cuando digo "mi", me refiero a que soy autor tanto de letra como de música de éstas), y un señor que pasaba me lanzó una moneda, entonces paré de cantar y dije: -disculpe señor se le ha caído una moneda. Me sonrió y me dijo: - no se me ha caído, es para ti. Y con una sonrisa le dije que no hacía falta que lo hacía gratis y que si quería ayudar a alguien que se lo diera al primer pobre que se encontrara.
Aquel hombre se quedó a terminar de escuchar mi tercera canción (antes de continuar pedí disculpas a la gente que había parada escuchando, no eran muchas, quizás diez o doce). Ya no hubo más interrupciones, aunque sí hubo monedas, pero entendí que no podía estar continuamente parando la actuación y que yo tampoco soy nadie para impedir la caridad de la gente.
Terminé la improvisada actuación con "Maldita la Distancia", que dediqué a los que allí estaban escuchando, guardé mi guitarra tras un par de aplausos y varias sonrisas y me fui a casa pensando en repetir la experiencia (nunca lo he vuelto a hacer).
Aquel día volví con la satisfacción de haber hecho algo que siempre había soñado y con la batalla ganada a uno de los grandes miedos de todo ser humano, el ridículo.
Ahora que lo pienso, veo lo acostumbrados que estamos a pagar por todo y a que se nos remunere por hacer algo... El hombre se ha convertido en una máquina que hace a cambio de. Afortunadamente, no siempre es así, pero si es cierto que estamos poco acostumbrados a ver a la gente hacer "arte por amor al arte ".
No dejéis nunca de hacer aquello que os hace felices por miedo al ridículo o al que dirán, quien sabe si esa es la fórmula de empezar a vivir realmente uno de nuestros sueños y si no es así ese día posíblemente hayáis vencido uno de vuestros miedos, hayáis hecho feliz a alguien y lo que es mejor, hayais sido más felices vosotros mismos.
A los artistas de la calle.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Un minuto... (21 de Noviembre de 2010)



No somos dueños del tiempo...
No nos corresponde saber que es lo que pasará en el futuro; a nadie le corresponde.
¿Alguien sabe si llegará a existir mañana? ¿Cuanto nos queda de vida? ¿Quién lo sabe? ¡Qué me lo diga!
Yo sólo se que si hoy es mi última noche, quiero que todo esté bien.
Quiero volver a sentir tus besos. Volver a tumbarme en la arena de la playa mientras contemplamos la luna y recostados en la funda de mi guitarra hablamos de lo insignificante que somos y lo inmenso del Universo.
Quiero volver a sentarme junto a ti mientras en el escenario suena esa canción que tanto nos gusta y sentir ese abrazo que tanto necesité.
...Pídeme de nuevo que te ame...
Volvería a esperar cada tarde a que vinieras para hacerme más corta mis tardes de Iglesia y mirar que no quedara nadie para poder cerrarla.
Un paseo por calle Betis, una Vela de Santana...
¿Qué tal si volvemos a grabar ese video que nos llevaría a la fama?
Volvería a revivir tantos momentos...
Llevarte de nuevo del abrazo al altar de San Pedro y San Pablo, aquel 15 de Agosto en el que vimos por primera vez la carita de nuestro angelito Pablo, aquella noche en vela esperando ver saltar la reja, cantar de nuevo aquella canción a la luz de las velas mientras Rusia nos veía y escuchaba, la interminable y devota calle Parras, aquella noche de enfados que con un abrazo terminara mientras el mar de Caños se escuchaba...
Volvería a revivir tantos momentos de la vida que son imposibles de vivir, porque ya pasaron. Ya sólo quedarán en nuestra mente, en lo que realmente importa, nuestra esencia, en nuestra alma.
Si hoy fuera mi última noche, sería feliz porque he vivido muchos momentos inolvidables con cada uno de vosotros y porque gracais a todos ellos soy lo que soy.
No desperdiciemos los momentos que nos da la vida. No sabemos si este instante será nuestro último minuto, nuestra ultima esencia en este principio de la vida.
A veces es preferible callar lo que uno realmente piensa, pues no siempre se está en lo acertado y esa equivocación puede abrir heridas que sólo el tiempo puede curar y si no somos dueños del tiempo y no sabemos lo que nos queda, ¿porqué abrirlas?
A S y S.