lunes, 13 de septiembre de 2010

Si no tengo Amor, nada soy... (14 de Septiembre de 2010)

Hace unas semanas, fui a visitar un Monasterio de Clausura y me encontré con una de las historias de amor más bonitas y que jamás podría haber imaginado tratándose de quien se trataba. Una historia llena de pasión, ternura y a la vez dolor... la verdad que no pude dejar de pensar en el hecho de que si no amamos no somos nada.

Os dejo aquí escrita (con el consentimiento de la enamorada) la carta que envío a su familia el día que decidió dejar todo por el hombre que amaba.

(La carta fue escrita el 15 de Agosto de 1957 y el nombre del Monasterio y de la enamorada han sido suprimidos a petición de la interesada, le pedí que me dejara copiarla y en un alarde de gratitud al Amor infinito que sintió y aun siente me lo permitió. espero que la disfrutéis)


Queridos padres.

Os escribo con todo mi amor y con el corazón lleno de gozo después de haber tenido la dicha de vivir un día como el de ayer.
Pasé todo el día acordándome de vosotros, es cierto que no ha pasado ni un solo día desde que llegué que haya dejado de recordaros, pero ayer pequé de egoísta; pues desde las primeras horas de la mañana fue por vosotros por quién pedí a Nuestra Madre Celestial, aunque estoy segura de que Ella no lo tendrá en cuenta y que entenderá mi debilidad y que aun estoy presa de los sentimientos hacia mi familia a pesar de los años que llevo aquí.

Pedí por vuestra salud, especialmente por la suya padre, se que está débil y que ya no se siente con fuerzas como para llevar las viñas y los caballos, pero usted estese tranquilo, Dios nuestro Padre, sabrá mejor que nosotros como ayudarle, confíe en el Señor y deje que Él sea quien lleve la casa. Apóyese más en madre, es una mujer llena de virtudes que desde siempre ha sabido guardar de su casa con muy buen juicio, Dios la ha colmado de bienes y dones y entre ellos, la prudencia, sabe que es una buena mujer y que siempre ha sabido enfrentarse a la dureza del campo y en definitiva a la vida; por eso apóyese en ella padre, usted descanse.

Madre, también pedí por usted, para que Nuestra Señora interceda ante su Hijo Jesucristo ahora que está con Él en el cielo y le de la luz del Espíritu Santo para entender que mi vida está aquí.

Acuérdese de aquellas historias que nos contabas de pequeños a mí y a mi hermanito Carlos junto al calor de la chimenea, ¿se acuerda? Pues es ahora cuando entiendo con la intensidad que hablaba de su amor hacia padre desde el primer día que lo vio. Sí, ahora lo entiendo, porque es ese mismo sentimiento el que siento yo por el Señor. Madre estoy enamorada, es como un fuego abrasador que inunda mi corazón y que desde el primer día que sentí su llamada no ha dejado de arder en mi. Estoy segura de que Dios le hará entender que es aquí donde soy feliz, pues Él ha querido tomarme como esposa, y ¿cómo decir no al amor de mi vida?

Sabe que siempre anduve buscando al hombre perfecto, al príncipe azul de mis sueños. Un hombre que como padre, supiera hacer feliz a su esposa, y también sabe que nunca llegue a encontrarlo; pero fue cuando Dios llamó a Carlos a su presencia, y en ese momento sentí la llamada. Es cierto que al principio tenía miedo. miedo de que me quitara algo, ¡qué tonta fui!, pues no venía a quitarme nada sino todo lo contrario a dármelo todo, a darme la vida.

Por eso madre quiero que entienda que es así como soy feliz, que fuera de está casa, mi casa, no me sentiría bien. Siempre me dijo que una mujer debe hacer lo que quiera para sentirse realizada, que luchara por mis sueños, y eso hago. Estoy donde quiero y con quien quiero.

Y es este consejo que me dio, el que me ayudó a dar el Sí al Señor y dentro de unos días haré mis votos temporales, por eso el motivo de esta carta porque quiero que vengan y participen conmigo de mi nueva vida, de la vida.

Será aquí en el Monasterio el día 12 de Septiembre, festividad del Dulce Nombre de María, y es que esta Madre mía del Cielo no quiere dejar de ayudarme y acompañarme pues siempre es en una fiesta suya cuando me pasan cosas importantes. Fue en 8 de Septiembre cuando llamó Dios a Carlos y en 8 de Diciembre llegué a este lugar. ¡Que Maravillosa es!

Sin más me despido de vosotros con un abrazo en Nuestro Señor Jesucristo y deseándoos la Paz.





PD: Espero que vengan, un beso de vuestra niña.